| De montañas lejanas, de montañas antiguas
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| Sí, con un látigo de plata, el río cortó las estepas del pómulo.
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| Aulaga blanca en el fuego, euónimo en el fuego
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| Estoy de pie sobre el acantilado - ¡Dioses! |
| ¡Dioses! |
| ¡Qué abrupta es la costa!
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| Un águila colgaba como una esvástica muerta en el cielo
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| Los vientos helados gritan bajo el ala.
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| No puedo ver, pero sé que está mirando hacia abajo.
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| A la flor fría de mi fogata
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| El mundo cayó sobre su vientre, como un lobo en los arbustos,
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| El mundo sintió lo que sé desde la primavera:
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| Que el tiempo del Fuego en el Cielo se ha acercado,
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| Que se ha acercado la hora de la salida de la luna negra.
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| Una vez fui joven, como tú.
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| Recorrí el Camino del Sol, igual que tú.
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| Yo era Luz y Esencia, como tú.
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| Y era parte de la corriente, ¡igual que tú!
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| Pero desde que ella me dio una mirada
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| Torbellinos escalofriantes entraron en mis sueños
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| Y cada vez más a menudo soñaba con un acantilado y un fuego.
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| Y mi baile en el resplandor de la luna negra
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| Estaba listo para proteger su refugio como un perro.
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| Por el bien de la felicidad, congélate bajo la mano del maestro.
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| Por el derecho a tocar las huellas con los labios
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| Abandonado a mí por un pie estrecho y ligero
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| Y por la noche lloré y me golpeé el pecho.
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| Para no escuchar como con cada latido
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| Penetra más y más profundamente en la esencia.
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| Estaca de álamo frío y despiadada
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| Dios mío, esto no es un murmullo - quién tiene derecho a murmurar,
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| Polvo débil ya sea polvo para vestirte contigo,
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| Solo quiero asustar, decir inaudiblemente:
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| No diste, no tomé otro camino,
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| Y en este mundo ya no tengo nada que perder
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| Además del sentimiento muerto de culpa última -
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| Por eso vine aquí a cantar y bailar.
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| ¡En las corrientes ascendentes del resplandor de la luna negra!
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| Vine aquí desde montañas lejanas
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| Por ahora sé qué hacer conmigo mismo
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| Rocié en seis direcciones, doy la vuelta al fuego
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| Traigo a mis labios una infusión de hierbas amargas
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| ¡Dios mío! |
| El águila colgaba como una esvástica en el cielo
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| Bajo el ala, gritando, los vientos están muriendo,
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| Aquí Ella viene a derribarme.
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| Para derramar en mí la sed de diseccionarme
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| Abrí mi pecho con una hoz de diamante,
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| Y enmarcado, riendo y gritando descaradamente,
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| Corazón desnudo palpitante bulto
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| Escalofriantes rayos negros invisibles
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| Porque en este mundo no tengo nada que perder
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| Excepto un sentimiento muerto de culpa última
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| Todo lo que me queda es cantar y bailar
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| En la llama de la luna negra que inundó el Universo. |