| Pido perdón, extraño
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| Parece que eres nuevo en esta ciudad
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| Estamos muy lejos de la playa aquí
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| No verás muchos gringos por ahí
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| Bueno, yo vengo del oeste de Colorado
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| Y he vagado por este mundo a lo largo y ancho
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| He vivido durante algunos años en las sombras
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| Y mis ojos no están acostumbrados a esta luz
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| Si me compras un trago fuerte de whisky
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| Te contaré la historia de mi vida
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| Es largo y es triste pero me queda
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| Y puede traer una lágrima a tu ojo
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| Todos los hombres de mi familia eran soldados
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| El tipo de pelea dura que habla claro
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| Cuando llegó mi turno todo eso había terminado
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| Pero ya me había decidido
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| Yo estaba allí cuando volamos a través de Granada
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| Y todavía tengo que preguntarme por qué
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| Luego derribamos a ese tonto de Noriega
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| Ahí es donde me llamó la atención el buen coronel
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| Bueno, me preguntó si amaba a mi país
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| Y antes de que tuviera tiempo de responder
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| Me obsequió con cuentos de glorias pasadas
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| Creí cada una de sus mentiras
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| Así que dejé mi antigua vida detrás de mí
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| Le di la espalda a mi familia y amigos
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| E hice todo lo que me pidieron
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| Y perdí algo de sueño de vez en cuando
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| Y viví como un ladrón y un asesino
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| A veces pasé de contrabando sus venenos
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| Hasta que hice la pregunta equivocada al pasar
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| Y el propio coronel dejó caer la moneda de diez centavos
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| Entonces, si alguna vez estás en el oeste de Colorado
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| Dile adiós a la gente de Durango
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| Hay un precio en mi cabeza y no puedo ir
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| Así que esperaré por aquí hasta que muera |