| Un círculo de guerreros, armas en la mano
|
| Todas sus cabezas en el suelo
|
| El vencedor está sentado cerca de un puesto vacío
|
| Mientras el viento arremolina hojas alrededor
|
| Aquí viene el Dai-San, el maestro de la vida y la muerte.
|
| Y un sacerdote, oh dios, el susto me quita el aliento
|
| Si esta serpiente negra hablara por mí
|
| Fácilmente le dirá ataduras, ¡en el nombre de Dios, ya ves!
|
| El Dai-San ordena al hombre de la túnica
|
| Y se inclina con asombro
|
| Obedece la orden, traicionando mi esperanza
|
| Sigue la ley de las iglesias
|
| Persigues tesoros, porque tu verdadero dios es solo
|
| Oro
|
| Incluso si pierdo mi vida, tu alma has vendido
|
| He encontrado el camino a tu abundancia
|
| Que has mantenido oscuro, por la eternidad
|
| Todos están perdidos, no tuvieron oportunidad
|
| Para huir de este destino cruel
|
| No estoy ciego, eres un mentiroso
|
| ¿Qué puedo hacer ahora, cómo puedo restringir
|
| Ha llegado el momento, tendré que hacer: Dai-San déjame explicar
|
| aplastaré tu cruz
|
| Mira, el Dai-San comprende
|
| Di lo que quieras
|
| Este miedo paralizante ahora termina
|
| ¿Por qué hay falsos sacerdotes en este mundo?
|
| ¿Por qué convierten lo bueno en malo?
|
| ¿Por qué tantos siguen?
|
| ¿Por qué no confías, confías en tu propia cabeza?
|
| Después de todo, no dudaré
|
| Después de todo, seguiré mi camino
|
| Si el miedo o la ira pueden llevarme a
|
| ¡Para traicionar mi creencia! |