| Cuando era un joven aprendiz y menos que compos mentis
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| Me despedí de todos mis sentidos, de una doncella me enamoré
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| Sus rizos me entrelazaron tanto que la sonrisa de Afrodita me cegó
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| La flecha de Cupido golpeó detrás de mí, y su padre era dueño de un pub
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| Fue allí donde conocí a mi némesis en las instalaciones autorizadas de su padre.
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| Como los Serafines de Génesis, se sentó Mary Ann Maguire
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| Ataviado con ropa fina, a horcajadas sobre un barril de porter
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| Parecía el tipo de chica que te llenaría de deseo
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| Todas las tórtolas estaban arrullando mientras me dirigía a mi cortejo.
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| Su belleza persiguiendo en la primavera de ese año
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| Pero ella pensó que debería ser mayor
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| Y más gallardo y mucho más audaz
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| Con el uniforme de un soldado, entonces ella me abrazaría
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| In extremis y euforia me uní con la reina Victoria
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| Por un hechizo de muerte o gloria, una pelea con los Boers
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| Al viento tiré toda cautela, volveré con fama y fortuna
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| Y juntos hacer una parte de los quehaceres del matrimonio
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| Sobre la lápida de su madre, juró que no amaría a ningún otro
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| Pero pronto descubrí que ella me jugó por un idiota
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| Porque la dama de la suerte me había varado y la inteligencia me había llegado
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| Mientras yo había estado en el mar, ella se había casado con un turco
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| Bueno, yo entonces deserté para encontrar a la chica que había coqueteado
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| Pero a Irlanda volví porque mis celos se despertaron
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| En el pub de Maguire en Derry, lo encontré divirtiéndose
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| Con sus brazos alrededor de mi María mientras juntos se divertían
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| Así que me tomé mi tiempo y esperé hasta que su sed se saciara.
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| Y a casa navegó por las calles de la ciudad de Derry
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| En su alojamiento, se paró llamando y mientras ellos abrían
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| Puse una piedra en una media y en su cabeza la derribé
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| Fue entonces cuando la serenidad de la noche se desgarró con fuertes obscenidades
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| Y la blasfemia otomana no pude entender
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| Con un juramento que hizo para agarrarme, con toda la intención de apuñalarme
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| Pero mientras trataba de hacerme un kebab yo estaba gritando por la playa
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| Por todo el perímetro del pueblo me persiguió con su cimitarra
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| Un poderoso limitador de pasiones a un errante en su orgullo
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| A través de la orilla del agua me persiguió, hasta el puente de Foyle me llevó
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| Y en Derry Quay me enfrentó, así que salté a la marea
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| Claro que la valentía no es una virtud cuando un pagano está tratando de lastimarte
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| Y todos los pensamientos nobles te abandonan cuando ves su cuchillo rizado
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| Porque hay muchas cosas por las que vale la pena intentarlo y, en ocasiones, por las que vale la pena mentir
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| Pero hay malditos por los que vale la pena morir, así que me apegaré a la vida del soldado. |