| La chica detrás del mostrador mezcló cerveza y Seven-up,
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| y la sonrisa de los dientes con hoyuelos era para publicidad,
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| como las caras en las paredes de ese pequeño restaurante de la autopista,
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| mientras mis sueños secretos atronaban los camiones...
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| Hermosa, con una belleza inmadura propia, rubia sin tener aires de ella,
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| casi triste, como las flores y la hierba de la rampa del tren,
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| el silencio solo fue rayado por mis quimeras
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| que tracé con un dedo dentro de los círculos del cristal...
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| Bajo el sol en el horizonte coloreaba el escaparate
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| y destellos impresos y huellas dactilares en la bomba de gasolina,
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| haces espejos? |
| a la fuente de soda esa cara de niña suya
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| y yo… ¿sentía infelicidad? |
| Cerrar ...
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| Avergonzado, pero solo un poco, puse un disco en la máquina de discos
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| sentirme casi en una vieja escena de película de Fox,
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| pero para no echarle en cara algún cliché inútil?
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| tocó un ind? |
| en la lata de una caja de té...
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| Pero en el juego debí haberle dicho: "Escucha, escucha, me gustaría hablar contigo...",
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| luego tomando su mano sobre el mostrador: "No sé cómo empezar:
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| ¿No puedes verlo, no puede la melancolía tocarlo hoy?
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| No dejemos que se desborde: ven, vámonos, vámonos”.
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| termin? |
| mi atmósfera graba en un crujido,
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| ¿escuchaste? |
| un goteo en ese aire de neón y pesado,
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| ¿Sobroso? |
| el estruendo de esa sentencia suspendida mía,
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| "Y yo...", pero luego llegó? |
| una pareja sorpresa...
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| Y en un instante, pero como suele pasar, ¿cambias? |
| la cara de todo,
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| las cortinas de nailon rosa de repente borraron todo reflejo,
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| ¿Me llamo? |
| el camino de terracería, "¿cuánto?", pregunté, y lo pagué,
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| Le dejé cinco centavos como propina, cogí el cambio y me fui... |