| Por supuesto que no sabes lo dulce y feliz que eres cuando duermes.
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| Con tu cabello esparcido y abandonado sobre la almohada
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| Negro y brillante, como bandadas
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| De cuervos en claro vuelo por la mañana
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| Por supuesto que no sé con qué puedes soñar cuando sueñas
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| Y solo aparece un ligero silbido.
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| Que sale despacio y se mezcla con los sonidos
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| De esta noche que se consume alrededor
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| y gotas de sudor en tu frente;
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| Quisiera secarlos, quisiera hablar contigo
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| Para decirte cosas en vano pero hay miedo en mí
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| Para romper tu sueño, tal vez para despertarte
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| Puede que no sepas cuándo está feliz de verte.
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| Dormido y perdido a mi lado, acostado a mi lado;
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| que bonito es el juego de tenerte
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| En un sueño hacia quién sabe qué destino
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| Claro que no sabes cuánto me conmueves cuando dices
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| Palabras extrañas y casi sin sentido en voz baja.
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| Tal vez recuerdos de momentos felices
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| Perdido en un átomo de sueño rápido
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| Claro que no sé con qué o con quién sonríe esa sonrisa;
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| Dicen con los ángeles pero nuestro cielo es el humano
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| Un breve destello que da luz a la cara.
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| Acariciado por esta mano mía
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| Esta noche corta y lenta se rompe
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| Y el nuevo día está llegando lentamente
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| Ya en oriente amanece, ya no está la luna;
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| Te despiertas y te levantas y preguntas: "¿Qué estás mirando?"
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| Es posible que no sepa cuándo está dormido y mojado por la noche.
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| Cuánto te amas y qué vacías son las palabras;
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| Pregunto: "¿Qué sueños te han acompañado?"
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| Y afuera el día estalla en el nuevo sol |