| Al final de la juerga hubo un extraño silencio en el aire.
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| Alguien rebuznó menos arrogante y alguien más gruñó suavemente.
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| En los desfiles de moda de los diseñadores, la gente transgredía con menos alegría
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| Y en esos rostros saciados y abrumados latía una sombra de enfermedad
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| Un artesano de primicia forzada escribió que Weimar ya se podía ver
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| Y entre galletas patrocinadas vi a un presentador llorando
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| Y luego la niebla descendió en bancos y el barómetro marcó tormenta
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| Amanecimos viejos y cansados, amargos en la boca, hasta la cabeza
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| El Miércoles de Ceniza nos confesaron para bien o para mal
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| Que ya se acabó la fiesta, ya queda lejos el carnaval
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| Y proclamaron penitencia y anduvieron en cilicio
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| Eructos austeros: "Se necesita paciencia, siempre adelante, pero con juicio" E hicieron votos con rostros astutos a Nuestra Señora de la Hipocresía
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| Para que una mano se lave la otra, todos culpables y que así sea
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| Y amenazantes y un poco de incienso orante esparcieron a su dios
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| Siempre acusando, siempre buscando al responsable, seguro que no a mí.
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| El domingo de mediados de Cuaresma fue una procesión de éter estatal
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| De los puteros a varios centímetros, de los mañosos de «quien dio, dio
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| Y resonaron todas las noches como pateando hasta la muerte
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| Amén, Mea Culpa y Miserere, pero ni un perro que se haya levantado
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| Y los jinetes de tigres por hora y los trompeteros sin freno
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| Almidonaron un nuevo pudor, brillaron una nueva indignación
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| Fuimos a la primera con casto lujo y los concursos pagaron sobrios millones
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| Y en público hubo un reflujo para volvernos buenos
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| Así que domingo tras domingo fue una temporada realmente oscura
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| Aquel largo mes de Cuaresma reía la hiena, aullaba la loba
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| Las estrellas cometas y otras maravillas facilitaron las conversiones.
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| Los molinos blancos se volvieron grises, corderos blancos, ciertos antiguos leones
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| Solo los pocos que estaban enojados dijeron que era el paso usado.
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| Hecha por los de siempre que marchaban para allá y luego siempre la volvían a poner ahí, en
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| Bajo
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| Entonces todo quedó en silencio, tenía razón, el cielo se calmó, el mar se asentó.
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| Solo alguien en resurrección, en silencio, en silencio, volvió a pensar |