| Una niebla gris cuelga en los bordes de los días
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| El viento lanza esta cortina y se precipita hacia el cielo.
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| Y luego, a veces, un destello azul y blanco
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| Cuando aparecen más y más colores
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| En la melancolía otoñal de los caminos tortuosos
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| Golpea las ventanas de la puerta, llega a nuestro umbral
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| El verde se convierte en oro, plata y bronce.
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| Una procesión de tantos colores se pone en marcha frente a nosotros
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| En el cielo, la nube rueda velas rosadas
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| Porque la luna ya va extendiendo el fondo azul marino con estrellas
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| Todos los días tratamos de hacer un milagro similar
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| Convierte el gris de la tierra en pan de oro y miel
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| Pero nos está yendo duro, a veces al revés
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| Ayúdanos en esto, Señor, dinos cómo
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| Danos más fuerza, así que danos más fuerza
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| Haz de mayo en nuestro corazón, una arboleda verde
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| No nos dejemos abrumar por las dificultades del trance cotidiano.
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| Tengamos estas pocas oportunidades de vez en cuando
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| No es tu culpa que sea lo que sea
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| Pero para nosotros, haz un pequeño gesto
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| Pan al resplandor del sol, vino al resplandor de las estrellas
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| No abandones los muros de estas ciudades incoloras
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| Muro gris oxidado, opacas bandadas de nubes
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| Como si las paredes tomaran como patrón las nubes
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| Y solo en algún lugar, en la distancia, golpea la ventana.
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| Una rama de lila blanca...
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| Es el viento en la ocarina que nos recuerda los viejos tiempos
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| Aunque la noche es oscura por todas partes y la luna es gris y blanca
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| Que vino y pan fueron prometidos
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| Sobre lo que los ciegos soñaban, los sordos escuchaban un susurro
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| De la que se ruboriza el huerto en flor
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| El pez brilla por la orilla, el animal deja un rastro
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| Todos los días tratamos de... |