| En el borde estéril del silencio de la noche
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| Debajo de la trampa donde la serpiente muda su piel
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| Donde los ríos de nuestros sueños más extraños chocan
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| Me aventuré en el desierto del despertar de la muerte
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| Para buscar lo que todos los demás aborrecen
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| En un camino que desafía el curso del mundo
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| Con la sangre de mi corazón sella el juramento predestinado
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| En el punto donde todos los momentos se despliegan
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| Me arriesgo todo por todo lo demás
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| Mi alma a ti, demonio y hermano
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| En el círculo donde el ojo debe encontrarse con el ojo
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| Con el que es todo lo que yo no soy
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| Y la noche es todo lo que se encuentra en el medio
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| Donde se siembra la semilla de mi yo
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| Dentro del tomo rasgado del destino
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| Todos los secretos están atados a ninguna soga estranguladora
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| Eso está resuelto y rebota en la cima de la colina de la horca.
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| Y en una tormenta de felicidad con plumas de pavo real
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| ¿Caerá extraño vino nuevo en mi copa?
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| Porque entre los dedos fríos buscando sentido
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| Cae chispas doradas y la semilla de los ángeles caídos
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| Que desemboca en el núcleo de la encrucijada
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| Donde todos los caminos torcidos y angostos deben conducir
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| Puertas abiertas, cáliz volcado
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| Corté la garganta hastiada que canta el mundo miserable
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| Y sumergirme en el instante, el vacío de tu rostro
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| Donde las venas de Dios se abren debajo de mi hoja de rayo
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| La hora ha sonado, el tiempo está a la mano
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| Para reescribir las rimas que nuestro cruel destino una vez planeó
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| Oh Diablo y Dios, en tu camino me embarco
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| Porque estamos unidos eternamente por pacto, nacimiento y la marca de un asesino |