| La sangre hierve bajo cielos azules
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| Un hombre extraviado, obsesionado en su búsqueda
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| Explorando vastas tierras
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| Desiertos de arena y piedra
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| Ahora rumbo al mar abierto
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| Dónde están sus sueños
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| Y su mente es liberada
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| El sol desdeñoso quema, rasga su piel
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| La brisa salada rasga sus ojos abiertos
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| Y la arena arremolinada le secará la garganta
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| Pero el viaje debe continuar
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| Encontró su llamada, ahora es un esclavo
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| En la misión de encontrar su alma
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| Y la eternidad parece tan profunda
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| Y con cada deseo
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| La distancia parece crecer
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| Y entonces al menos
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| En algún lugar junto a la línea del horizonte
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| El océano yace poderoso, tranquilo y ancho
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| Y justo cuando toda su fuerza se había ido
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| Y toda su esperanza se perdió
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| Su voluntad era fuerte
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| Y todo lo que quedó, pero sus miembros desgarrados
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| Cubierto de polvo
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| Alcanzando la orilla lejana
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| Se pone de pie pero cae
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| Cuando le duelen los pies
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| Un esfuerzo doloroso como un grano de arena
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| Dios malicioso le da la mano
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| Una mano que lo golpea contra el suelo
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| Y el grito de auxilio resuena
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| Sin sonido
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| Fuera de alcance están todas las visiones
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| Sobre su mente puesta en libertad
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| El sol se ríe mientras se arrodilla
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| Ante su destino
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| Cuando las edades de la quema de energía
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| Fluye a través de un cuerpo sin igual
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| Y experimentas fuerza
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| Mucho más allá de lo que nunca sabrías
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| es cuando te das cuenta que lo que cuenta
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| Al final es el viaje en sí
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| Así que con una sonrisa deja que tu lucha en el dolor
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| Ser coronado por la muerte
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| Una eternidad en el momento
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| Es cuando el silencio grita de vacío
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| Y cuando sentí alivio
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| Fue cuando la marea se llevó
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| La sangre de mis miembros rotos |