El Lombard está lleno de gente por la mañana,
|
Hay una multitud en el mostrador, un flechazo.
|
Estos son los que les resulta muy difícil
|
Las apuestas se colocan en la última apuesta.
|
Y no me estoy mintiendo a mí mismo - un número muerto,
|
Y las esperanzas son tonterías, ahuyéntalas.
|
Ayer, solo un poco más, morí,
|
Sí, colgaban de la compinche, su madre.
|
Oh, eres mi camino torcido,
|
Aplasto tanto a Dios como a mí mismo.
|
Me acerco tímidamente a la ventana,
|
Les pido que tomen una prenda del alma.
|
Anuncian, escucho, mi precio,
|
Y tal silencio, puedes escuchar las moscas.
|
Miro el billete como si fuera una pared:
|
¿Por qué lo conseguiste tan barato?
|
¿Qué tipo de troncos tiene ella de nervios?
|
¿O sus ojos se volvieron gordos?
|
Como la perra no puede ver
|
La vena dorada de mi alma.
|
Todo lo que escucho es: “¡Ciudadano, cállate!
|
Así que haz ruido, ya dormido de tu cara,
|
La lista de precios es ahora
|
Así que las almas se han abaratado.
|
Exprimiré una moneda de cobre en mi puño,
|
Saldré a un mundo que es pequeño para mí.
|
no soy tan pobre en absoluto
|
A veces soy alegre.
|
Y al viento lanzaré la etiqueta del precio,
|
No volveré por mi alma, ¡vamos!
|
Como su precio es un centavo de dinero,
|
Entonces, ¿por qué demonios la necesitan en absoluto?
|
Y todo el camino. |
Solo el gusano roe, -
|
Escupieron en el alma: no hay fuerzas para luchar ...
|
Y yo también soy hombre, Dios,
|
Sí, por qué son así, hermanos ... |