| Corriendo hacia la fiebre, manchas saladas en forma de continentes
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| Escopeta sentada en su caminar, el deseo es padre del pensamiento
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| Él dice que esta noche será la última vez
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| Para largarse de aquí, él es el príncipe de los lejanos
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| Marcando el ritmo de cada convulsión, cavando espuelas en su pecho
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| Se lanza a las teclas, «¡Soy el filisteo recién nacido!»
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| Porque la elección de su enfermedad es tu muerte
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| Para largarse de aquí, él es el príncipe de los lejanos
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| Y siempre está robando flores.
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| De mi piedra, piedra, piedra
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| Nunca devolviendo lo que debe
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| Y siempre está robando flores.
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| De mi piedra, piedra, piedra
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| Nunca devolviendo lo que debe
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| Dios ayúdame
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| La hora cero delega su suicidio
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| La bandera más blanca que le encanta ondear, le encanta ondear
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| Y como un recién nacido encuentra un bostezo para cobrar el tesoro que ha perdido
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| Él piensa que esta noche va a ser la última vez
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| Para largarse de aquí, él es el príncipe de los lejanos
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| Y siempre está robando flores.
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| De mi piedra, piedra, piedra
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| Nunca devolviendo lo que debe
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| Y siempre está robando flores.
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| De mi piedra, piedra, piedra
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| Nunca devolviendo lo que debe
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| Dios ayúdame
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| Profanarlo, profanarlo todo
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| Llama a la flecha rota y nivela este suelo
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| Profanarlo, profanarlo todo
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| Llame a la flecha rota, todo esto es su culpa.
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| Profanarlo, profanarlo todo
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| Llama a la flecha rota y nivela este suelo
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| Profanarlo, profanarlo todo
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| Llame a la flecha rota, todo esto es su culpa.
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| Y siempre está robando flores.
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| De mi piedra, piedra, piedra
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| Nunca devolviendo lo que debe
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| Y siempre está robando flores.
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| De mi piedra, piedra, piedra
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| Nunca devolviendo lo que debe
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| Dios lo ayude |