| Abajo en Houston, Texas en una noche de Navidad
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| Con un arma en la mano y su nombre en luces
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| Era joven y guapo, el Príncipe del Blues
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| En un traje de piel de tiburón y zapatos de cocodrilo
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| Estaba coqueteando con unas mujeres que habían venido al backstage.
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| Él dijo: «Señoras, ¿quieren verme jugar un pequeño juego salvaje?»
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| Pero Big Mama Thornton dijo: «Ve a cantar tu canción
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| Y baja esa maldita cosa antes de que algo salga mal»
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| Big Mama gritó, «Querido Señor», dijo Big Mama
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| Puso una pistola 22 justo en su cabeza
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| Luego sonrió a las damas.
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| Ahora Johnny Ace está muerto
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| El líder de la banda dejó su saxofón
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| Y dijo: "Creo que es mejor que me vaya antes de que venga la policía".
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| Mientras la multitud en el teatro se alejaba lentamente
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| Con la cabeza baja, sin saber qué decir
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| Pero Big Don Robey, el hombre de la compañía discográfica
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| Con grandes anillos de diamantes en ambas manos.
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| Dijo: "Lo enviaré de regreso a Memphis en un camión refrigerado
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| Porque Johnny Ace me va a hacer ganar un millón de dólares.»
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| Big Mama gritó, «Querido Señor», dijo Big Mama
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| Puso una pistola 22 justo en su cabeza
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| Luego sonrió a las damas.
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| Ahora Johnny Ace está muerto
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| Cuando Johnny llegó a su hogar en Memphis, Tennessee
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| Todo el mundo en Beale Street salió a ver
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| Había proxenetas y jugadores, maridos y esposas
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| Mujeres jóvenes y viejas todas vinieron a despedirse
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| Y mientras los coros arenaban y los predicadores rezaban
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| Cinco mil dolientes lo llevaron a su tumba
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| Bueno, puede haber un Cielo y puede haber un Infierno
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| Nadie lo sabe con certeza, pero ahora Johnny Ace lo sabe muy bien.
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| Big Mama gritó, «Querido Señor», dijo Big Mama
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| Puso una pistola 22 justo en su cabeza
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| Luego sonrió a las damas.
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| Ahora Johnny Ace está muerto |