| En transporte secreto, digo
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| Renuncie a todas las lenguas a la muerte como hasta ahora
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| Mantuvieron la memoria del primer Arquitecto
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| Y bienvenido en cambio, con gritos e histeria
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| El lenguaje, burla del Logos
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| Que sabe a cenizas amargas por igual
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| E imita un siseo explosivo
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| Por repetición, encantamiento y privación de la psique
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| Invocarás palabras que para la mente son ruines
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| Y para siempre cierra tu alma a las estrellas celestiales
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| Puedes lamentarte en voz alta:
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| El alba se levantará en adelante dentro de una tumba sofocante
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| Entre todas las carnicerías presentes y pasadas
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| Solo una tumba importa
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| Hueco y desesperadamente fuera de alcance
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| La tumba de la singularidad
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| Sobre el cual llora la Madre de todos
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| Triste hasta la muerte
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| Cuanto mayor sea la humillación del Hombre, más
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| Se considera a sí mismo como una multitud angelical.
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| ¡Justo y santo!
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| Celebrarás la perfección incuestionable
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| De este mundo sin fin
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| en el que la vida se enfrenta a la disolución
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| Con oraciones incesantes, Canción degenerada
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| Y disciplina obsequiosa
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| porque tu carne no es nada
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| Pero un receptáculo para la Ley férrea
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| Desde que tu voluntad se hundió
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| ¡Hasta lo más profundo de los Abismos!
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| Aceptarás tu Revelación
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| Como tu principio y tu final
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| ¡Todas las demás cosas debes abjurar con despecho!
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| Lo que tu Señor manda con voz repugnante
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| No tolera ni la adición ni el amor, ni la fe.
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| Sólo la sumisión preventiva y la servidumbre
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| ¡Hasta los límites extremos del yo temeroso!
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| Cosecharás una recompensa exuberante
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| Por tomar ese juramento solemne...
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| Tu corazón engendrará larvas de plagas
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| Y el agotamiento complementará la escasez
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| En tu desventurada búsqueda de un misericordioso vacío
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| ¿Ver? |
| ¡Tu fe no está vacía de prodigios!
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| ¡Oh Padre! |
| introducciones! |
| ¡Se testigo de ello!
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| El podrido esplendor de lo que una vez fue tu reino
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| Ahora temblando en el umbral negro de la tumba
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| Privado de la brújula de la dualidad
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| Por lo tanto, miserable y ahogado en una confusión diez veces mayor
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| Muerte, adornada con trapos refinados
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| Desfiles interminables en un mimetismo de la Vida
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| Mientras innumerables multitudes se flagelan
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| En adoración delirante
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| La progenie deformada del pecado y la virtud
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| Huele a tal indignación al Universo
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| Que hasta los titanes huyen sumergidos en nauseas
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| Sin fuerzas para enfrentar este crimen
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| ¡Que contiene todos los crímenes como uno! |