| Mamá, no te miento al alma, como una casa, sino una puerta sin cerradura.
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| Ruidoso en la cocina hirviendo té
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| Y cada día, como una gota de agua hirviendo,
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| Se enfriará corriendo sobre las vértebras.
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| Es una pena que las mamás no se pongan una curita en el alma,
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| No manches el corazón con verdor,
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| Los barcos abandonaron la tierra
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| Y desapareció en algún lugar más allá del borde del océano,
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| Que es infinito o menos que un pequeño charco
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| Y nadie trata esto, es imposible, y no es necesario.
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| Que lamentar lo que es rapido para que la luz sea buena,
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| Ánimo al rabo y que le importe un carajo el temblor.
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| ¿Puedes entender el alma de mamá,
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| Incluso si ingresa sin candado, no lo entenderá.
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| Entonces qué, qué
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| No pegues un emplasto en el alma,
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| No manches el corazón con verdor,
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| Los barcos abandonaron la tierra
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| Y desapareció en algún lugar más allá del borde del océano,
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| Que es infinito o menos que un pequeño charco
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| Y nadie trata esto, es imposible, y no es necesario.
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| No pegues un emplasto en el alma,
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| No manches el corazón con verdor,
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| Los barcos abandonaron la tierra
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| Y desapareció en algún lugar más allá del borde del océano,
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| Que es infinito o menos que un pequeño charco
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| Y nadie trata esto, sí, es imposible, y no es necesario. |