| Se llamaba Antenòr y nada, se llamaba Antenòr y ya está
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| Porque para algunas personas no importa el rango o la casta
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| Importa cómo vives, pero tal vez ni eso
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| Importa si sabes usar bien la trampa o el cuchillo...
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| Antenòr salió de casa, salió de casa esa tarde
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| Sus pensamientos se esparcen como si fueran una bandera
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| Pero los ojos estaban entrecerrados y la cara se puso fea
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| Como a la edad en la que crees haberlo hecho casi todo...
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| Un caballo relinchó, pero ¿cuándo? |
| Una mujer se rió, pero ¿dónde?
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| La luna, un escudo blanco, un carro, los ejes arriba
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| guitarra, ocio, palabras, guitarra, ocio, palabras
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| La pampa, un recuerdo cansado, un mar de hierba negra
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| Tal vez era romántico, pero él no lo sabía.
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| Pero él no sabía, pero él no sabía...
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| Esa mujer reía por horas, esa luna solo un escupitajo
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| Y él no habría pasado un minuto en ese caballo
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| Es difícil hacer ruido sobre las cosas que tienes en él todos los días.
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| Tus calzones, tu sudor y el olor que llevas...
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| El sótano estaba casi vacío, falto de hombres y de alegría.
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| Si fuera un extranjero, lo hubieras dicho casi lleno de nostalgia.
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| Nostalgia pero de qué, de un océano nunca mirado
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| ¿De una Europa de la que nunca se ha oído hablar, de una lengua nunca hablada?
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| Antenòr pidió una copa e intercambió algunos saludos
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| Tranquilo y serio bailó todo el ritual ya conocido
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| El hombre es igual a sus semejantes, casi igual a los ancianos
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| Qué corta esa tarde, qué largos sus mañanas
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| En ese momento, alguien, entrando en la luz, desde dentro de la oscuridad.
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| Ella apenas lo insultó, susurrando, pero sonaba como si estuviera gritando.
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| Como por una bofetada, como por un escupitajo...
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| Antenòr lo miró sorprendido, lo estudió y no lo conocía
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| Y la razón quedó suspendida entre la gente de pie esperando
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| Y él no sabía, y él no sabía
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| Entonces escuchó el nombre de una mujer, ya olvidada o desconocida
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| Cuantas veces para otros lo que es la vida para nosotros es un minuto
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| Miró a los hombres en busca de ojos, diálogo, explicación.
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| Pero si no encontró condenas, no encontró absolución...
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| Antenòr salió balanceando su cuchillo
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| Bailar sin querer pasos y ritmos del duelo
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| Una mujer olvidada y un hombre nunca antes visto
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| Lo unieron como versos con rima
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| Fingió estar bajo y barrió a un lado cuántas miradas sintió en su rostro.
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| Se sentía mejor y cansado, se sentía como una sonrisa.
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| Qué tarde completamente al revés, nada que recordar
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| Apuntó el hierro a su cara, vio la sangre brotar
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| Todo había sido un relámpago, Antenòr respiraba con dificultad
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| Hizo el gesto de ofrecerle la mano, miró al otro y comprendió lentamente.
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| Que todo había sido en vano, que el otro buscaba la muerte
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| Y entendió que tenía que hacerlo, hacerlo rápido porque él no estaba
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| Una razón para matarlo, la otra cayó y no respondió.
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| Y él no sabía, y él no sabía
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| Antenòr lo vio caer, escuchó "es mi culpa"
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| Escuchó "era un hombre", escuchó "¡huye!"
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| La justicia dijo "bandido", pero un poeta se lo hubiera dicho
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| Quien fue como el judío errante, como el maldito Batavo...
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| Cuantas veces nos ha pasado encontrarnos frente a una pared
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| Cuantas veces hemos golpeado, cuantas veces inmediatamente fuerte
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| Cuantas cosas nacen por error, cuantos errores nacen por casualidad
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| Cuantas veces el horizonte no pasa de nuestra nariz
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| Cuantas veces nos parece plano, mientras debajo se juega
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| Esta vida jugando con nosotros como billar
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| Esto que no sabemos, esta cuenta sin las hostias
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| Este juego para ser jugado al máximo cueste lo que cueste... |