| Estaba mirando fotos de cuando éramos jóvenes
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| Tu cabello es azul claro y estás sonriendo en uno
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| Y es un recuerdo extraño provocado por esta apariencia
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| Oh, éramos tan serios, tímidos, inexpertos
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| Oh, tan inseguros de nosotros mismos
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| Cometer errores sin la ayuda de nadie
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| Y pensé en las formas en que te recuerdo bien
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| Un dulce recuerdo de secuoyas y vides de frambuesa
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| Chicos a los que escribiste postales en numerosas ocasiones
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| La incertidumbre entonces
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| Como una sentencia de pecado
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| Puntuado por momentos de ternura
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| Cuando había largas conversaciones, compartir camas
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| Camina a casa desde las piscinas
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| Vertiginoso, impresionable, la distancia creció como la noche
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| Las decisiones fueron el silencio o el vuelo preventivo
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| Sí, los niños queer que conocía, tendíamos a ser tímidos
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| Y tus padres simplemente no pudieron superar su mierda
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| Hablaron de cómo se dividieron todas sus ambiciones
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| Pero aun así te dejaron entrar y trataron de fingir
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| Ahora dejas que se refieran a tus amantes como amigos
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| Y desearía que pudieran ver cómo duele
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| O afirma tu existencia con palabras interesadas
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| Sí, su autoobsesión es la maldición de un patriarca
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| Así que hiciste una familia de personas que encontraste
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| Te convertiste en ti mismo con esos bichos raros alrededor
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| Tarde en la noche hablando en casa o bailando hasta el amanecer
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| O conducir todo el día, porque estás harto del teléfono
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| Sí, los buenos tienden a irse de la ciudad
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| Ayuda a escribir letras y decir «vamos abajo»
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| Sí, estoy mucho mejor cuando estás cerca
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| Y pienso en ti cuando me pongo tu ropa vieja
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| No hablamos tan a menudo, ¿quién lo hace?
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| Pero te visitaré pronto y te cantaré una melodía
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| Sobre encontrar una familia en algún lugar de las ruinas
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| De las expectativas que una vez conocimos
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| También intentaremos hacer las paces con nuestros patriarcas. |