| todavía tengo mucho que hacer,
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| pero en algún lugar dentro de mí se sienta el diablo.
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| Y está negociando algo más,
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| que las promesas del dios que nunca ve.
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| ¿Debería volver a lastimarme?
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| Y luego yacer sangrando en el cielo.
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| Pero todo llega, y todo se va,
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| por todas las almas que nadie recibe.
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| ¿Tenía que vivir de nuevo,
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| En el mismo cuerpo que éste.
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| Así me ayude, Dios, que vi esa vida,
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| que nunca más vendrá!
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| Acabo de recibir ese tiempo,
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| Que se escapó por sí solo.
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| Cuando la vida no valía un centavo,
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| ¡entonces sería rico!
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| La oscuridad persiguió a las sombras,
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| a la luz de una antorcha en un bosque desolado.
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| Y las piernas llevadas todo el camino hacia adelante,
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| pero algo que sabía se congeló y murió.
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| Si me miras a los ojos,
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| solo siembras las estrellas de la verdad.
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| un rayo de esperanza en la mirada de un tonto
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| y la oración por el calor que nunca recibió
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| ¿Tenía que vivir de nuevo,
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| En el mismo cuerpo que éste.
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| Así me ayude, Dios, que vi esa vida,
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| que nunca más vendrá!
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| no tengo nada que me detenga,
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| entonces no consigo nada más.
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| Pero creo que algo me está atrayendo,
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| tal vez lo que nunca veo.
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| ¿Tenía que vivir de nuevo,
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| En el mismo cuerpo que éste.
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| Así me ayude, Dios, que vi esa vida,
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| que nunca más vendrá!
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| Acabo de recibir ese tiempo,
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| Que se escapó por sí solo.
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| Cuando la vida no valía un centavo,
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| ¡entonces sería rico! |