| Teniente Coronel Matvey Sukhostrochenko
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| Llegó en tren a la ciudad de Moscú.
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| Obtener un aumento anticipado
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| Y vivir en la capital de verdad.
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| Y Moscú, como una niña disoluta,
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| Ofrecí mi satisfacción,
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| Extender una manta de retazos
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| Kabakov, casino y cafetería.
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| El teniente coronel ingresó a la institución
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| Titulado "El último refugio"
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| Donde en la tarde siempre con placer
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| Los tenientes coroneles son amados y esperados.
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| camarera con ojos y cintura
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| Rociado con fragancia Chanel
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| Y Matvey recordó a Zhinka Natalia.
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| Y se sumergió el primer cóctel en sí mismo.
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| De repente la guitarra explotó con acordes,
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| Y en el escenario con un poste brillante
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| Salió una mujer con formas magníficas
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| Y una boca de forma viciosa.
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| Y, deslizándose en el poste con las nalgas,
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| Como una rama de pitón liana,
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| De repente se quitó el sostén de batista
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| Y lo arrojó sobre la charretera.
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| El teniente coronel ha estado en situaciones
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| Y supo manejarse,
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| Pero ahora estaba postrado,
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| Golpear un código morse con el pie.
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| Y ante él, lo más cerca posible,
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| Por así decirlo, cerca de los alumnos,
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| Senos desvergonzados se balancearon
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| Con mecanismo de pezones amartillados.
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| Como dijo la policía más tarde,
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| El teniente coronel hizo maravillas:
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| Le arrancó la munición
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| Y corrió en pantalones cortos familiares,
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| Agarré a las camareras por redondez,
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| Ofreciendo una conexión casual,
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| Me permití todo tipo de tonterías,
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| Serenamente bromeando y retozando.
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| Y por la mañana, hipando desesperadamente,
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| El teniente coronel pidió una pistola
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| Y, sufriendo un remordimiento de resaca,
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| Cada minuto que iba al baño.
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| Y detrás de la ventana oscura de la prisión,
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| Ligeramente empolvado el hematoma de la cara,
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| Moscú revivió poco a poco,
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| No darse cuenta de la pérdida de un luchador. |