| «¿No es extraño?», dijo el tintero
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| «¡todo eso sale de mí!
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| las famosas líneas! |
| los san valentin!
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| ¡solo piensa! |
| sin tintero, donde
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| sería el poeta?»
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| «Te haré cambiar de opinión»,
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| dijo la pluma, arrancada de la cola
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| de un pájaro
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| «esas líneas famosas, esos san valentín
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| Yo las escribí, cada palabra
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| sin un bolígrafo, nunca más lo haría
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| la poesía sea escuchada.»
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| olvida el tintero y la pluma
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| cuando el dolor de muelas de la tía vuelve
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| el poeta, el más triste de todos los hombres
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| no puede cantar más
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| cuando la tía dolor de muelas comienza su tortura
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| con sus tenazas y su lanza y sus fuegos
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| ella lo desea para bailar
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| y así bailan, bailan, bailan, bailan
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| baila Baila Baila
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| y la tía dolor de muelas empuña sus tenazas
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| y hace que su poeta cante sus canciones
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| en gritos y gemidos, hasta que anhela
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| morir ahora mismo
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| entonces la tía dolor de muelas le hace jurar
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| (con una taza más de hormigas de fuego)
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| que dejará la poesía y se dedicará a la danza
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| y así bailan, bailan, bailan, bailan
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| baila Baila Baila
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| él nunca escribe otra línea
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| su vida se convierte en un San Valentin
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| a la tía dolor de muelas y su multa
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| grado de dolor
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| por falta de sueño se vuelve loco
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| y se imagina que es el rey de francia
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| acosado por las abejas
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| la tía dolor de muelas susurra, «¡baila!»
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| y así bailan, bailan, bailan, bailan
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| baila Baila Baila
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| y bailan, bailan, bailan, bailan
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| baila Baila Baila |