| Era principios de la primavera cuando la huelga estaba en marcha. | 
| Nos sacaron a los mineros al aire libre | 
| Fuera de las casas que la empresa poseía | 
| Nos mudamos a tiendas de campaña en el viejo Ludlow | 
| Estaba muy preocupada por mis hijos | 
| Soldados custodiando el puente del ferrocarril. | 
| De vez en cuando una bala volaba | 
| Levanta grava bajo mis pies | 
| Teníamos tanto miedo de que mataran a nuestros hijos | 
| Nos cavamos una cueva que tenía siete pies de profundidad | 
| Llevamos a nuestros jóvenes y una mujer embarazada | 
| Abajo dentro de la cueva para dormir | 
| Esa misma noche tu soldado esperó | 
| Hasta que los mineros nos dormimos | 
| Te escabulliste por nuestra pequeña ciudad de tiendas de campaña | 
| Empapamos nuestras tiendas con tu queroseno | 
| Encendiste un fósforo y el incendio que comenzó | 
| Apretaste los gatillos de tus ametralladoras Gatling | 
| Hice una carrera para los niños, pero el muro de fuego me detuvo | 
| Trece niños murieron por tus armas | 
| Llevé mi manta a la esquina de una cerca de alambre | 
| Observé el fuego hasta que el fuego se apagó | 
| Ayudé a algunas personas a agarrar sus pertenencias. | 
| Mientras tus balas nos mataron a todos | 
| Nunca olvidaré las miradas en las caras. | 
| De los hombres y mujeres ese día terrible | 
| Cuando nos detuvimos para predicar sus funerales | 
| Y depositar los cadáveres de los muertos | 
| Le dijimos al gobernador de Colorado que llamara al presidente | 
| Dile que cancele su Guardia Nacional | 
| Pero la Guardia Nacional pertenece al gobernador. | 
| Así que no se esforzó tanto | 
| Nuestras mujeres de Trinidad acarrearon unas papas | 
| Hasta Walsenburg en un pequeño carro | 
| Vendieron sus papas y trajeron algunas armas | 
| Y poner un arma en cada mano | 
| Los soldados estatales nos asaltaron en una esquina de una cerca de alambre | 
| No sabían que teníamos estas armas | 
| Y los mineros de cuello rojo derribaron a los soldados | 
| Deberías haber visto correr a esos pobres muchachos. | 
| Tomamos un poco de cemento y tapiamos esa cueva | 
| Donde mataste a esos trece niños adentro | 
| Dije: «Dios bendiga al Sindicato de Trabajadores Mineros» | 
| Y luego colgué mi cabeza y lloré |