| El joven escribió
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| Inclinado sobre el escritorio
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| Iluminado desde la calle por una miserable aurora
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| Y las palabras fluyeron como los años
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| Nunca parar por un momento
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| El joven escribió
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| Apoyándose en su memoria
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| La mirada iluminada con un rayo de esperanza
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| Y las palabras aterrizaron como lo hacen los flamencos
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| En su cabeza y en el papel blanco
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| Y las palabras aterrizaron como lo hacen los flamencos
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| Sin dudar ni un momento
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| Y el mundo todavía giraba
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| Y el mundo todavía giraba
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| el tipo estaba escribiendo
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| Inclinado sobre el escritorio
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| El sol que cae secó la tinta negra
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| Pero las frases fluían como torrentes
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| Nunca parar por un momento
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| el tipo estaba escribiendo
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| Reflexionando sobre su historia
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| Sus sueños de otra vida sus sueños de otra gloria
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| Y las palabras contaron el hilo de otro tiempo
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| En su cabeza y en el papel blanco
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| Y las palabras contaron el hilo de otro tiempo
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| Sin equivocarme nunca por un momento
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| Y el mundo todavía giraba
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| Y el mundo todavía giraba
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| El anciano estaba escuchando
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| Inclinado sobre su grimorio
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| La mirada cansada en la palidez de la tarde
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| Pero las palabras fueron silenciosas como lo hacen los tormentos
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| Sin desaparecer realmente
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| Entonces finalmente se durmió
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| Caído en el escritorio
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| Iluminado desde la calle por una miserable aurora
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| Y las palabras volaron como lo hacen los flamencos
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| De su cabeza y su papel blanco
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| Y las palabras volaron como lo hacen los flamencos
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| Sin que ellos sepan ni para quien ni para cuando
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| Y el mundo todavía giraba
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| Y el mundo todavía giraba |