| Casi todos los domingos, una chica nueva
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| en cada primera reunión, el mismo
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| paseo
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| era el tio fantastico, no tenia carro
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| pero un amigo firme que lo acompañó
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| Multitudes en teatros, variedad y revista.
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| las soubrettes y los cómicos, un público entusiasta
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| el centro de atención tan espléndido como un escaparate
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| y el tío fantástico, siempre en primera fila...
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| Y luego vino la guerra...
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| que todos los sueños se llevan
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| la guerra en cada letra, en cada fotografía
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| Y luego vino la guerra, que todos los sueños se llevan
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| la guerra real la que no tiene ironia...
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| Damas pálidas, historias de los años treinta
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| y el tío fantástico, que nos habla de ellos
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| todavia estaba el vals y todos estaban felices
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| pero estaba pensando en Cuba y sus atrevidos ritmos...
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| Y una tarde se perdió, el último autobús
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| cada dos kilómetros, una bombilla
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| toda esa oscuridad no lo asustó
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| mientras caminaba, pensaba en su futuro...
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| Y luego vino la guerra... que todos los sueños se llevan
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| la guerra en cada letra, en cada fotografía
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| Y luego vino la guerra, siempre diferente, siempre igual
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| la guerra donde todo es un poco más gris, incluso el mar
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| Y luego vino la guerra, que todos los sueños se llevan
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| la guerra real la que no tiene ironia
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| La guerra real, la guerra falsa
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| la guerra que el tio fantastico no esta
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| dice
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| La guerra falsa, la guerra real
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| la guerra que el tio fantastico que sabe donde estuvo
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| La guerra real, la guerra falsa
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| la guerra que al final nunca se sabe la ha ganado!
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| La guerra falsa, la guerra real
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| la guerra que el tio fantastico que sabe donde estuvo |