| Plantadas están las semillas que llevarán a cabo las obras
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| Porque la trama de la deidad otorga conocimiento a los esclavos
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| Y un camino para ser pavimentado para que su majestad arda como carbón
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| No hay escapatoria de este horror.
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| Embriagado de rabia por su infidelidad
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| Se establece una deidad de negro
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| La oscuridad se ha generado, esto no se puede deshacer
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| Este corazón ennegrecido y miserable
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| No busca nada más que devorar
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| La pestilencia del hombre reside en su hora final
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| Preparándose para destruir al rey
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| Forjando creaciones con apostasía
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| El manto de su vil intención maliciosa se basa
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| Sobre abundantes regalos de riqueza, prosperidad y mentiras
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| De buena gana engañado por el lujo recibido
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| Y el sabor de actos carnales impuros con sucias falacias
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| No hay inocencia para contemplar
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| Cegado por el libertinaje exaltado sin pensar
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| Consumido por los frutos de la maldad
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| Y liberación del alma
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| Entrelazado con un complot de traición
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| Una traición no anunciada
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| Blasfemia, a través de los ojos del único arquitecto verdadero
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| Y el pastor los dejó vagar al exilio
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| Penitencia y arrepentimiento
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| El ennegrecido, miserable
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| No busca nada más que devorar
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| La pestilencia del hombre reside en su hora final
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| Una red de mentiras será la puerta de toda la tragedia
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| Para resonar dentro de los corazones de los hombres y construir una infantería
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| Para rectificar y derrocar al rey
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| (Líder: M. Bajo)
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| (Director: M. Pugh)
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| Esclavos de su trama y anhelos serán
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| La base de su obra maestra.
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| Una puerta de entrada al tiempo y al espacio es su deseo.
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| Para romper las puertas del cielo con fuego profano
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| (Líder: R. Santolla)
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| Actos siniestros los separaron de su salvación.
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| Y el paraíso de donde vinieron
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| Porque su inepta existencia los ha maldecido a todos como sus esclavos.
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| Meros peones de la agenda permiten que la némesis transmita
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| Susurros en los oídos del hombre, puras mentiras para sellar su destino
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| Este corazón ennegrecido y miserable
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| No busca nada más que devorar
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| La pestilencia del hombre reside en su hora final |