Ese día, diciembre se despidió de noviembre,
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Y el viento le cantó a la lluvia sobre el del borde...
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Y aunque los ciegos no creen en las lágrimas de los demás,
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La lluvia los vio y creyó ciegamente en ellos.
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Caminaba solo, cojeando de su pierna izquierda,
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Tan cerca de Dios que podía tocar,
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Pero ese día todos estaban ocupados en otra cosa,
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Y entre los lomos grises caminaba solo...
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Los callejones de los parques se han vuelto diferentes,
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Como si cambiaran de nombre, como congelados.
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Enterró el follaje bajo una capa de tierra y polvo,
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Miramos al Neva... ya no en la realidad.
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Pero en algún lugar de la última fila, en el viento,
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Había una hoja amarilla que esperaba la primavera,
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Y rompió... el último de todos ellos.
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Cayendo lentamente, queriendo elevarse...
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Él se hundió en el suelo ante sus ojos,
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Obligándote a moverte lentamente hacia los edificios,
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E imperceptiblemente, en secreto del destino de las personas,
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Rápidamente, pasó a lo largo de las plazas.
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Ya de cabeza salió de la ciudad,
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Atravesó las montañas, se arrastró por el fondo del mar.
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Y todos a su alrededor querían ver sueños proféticos,
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¡Pero nadie notó la grieta en el destino de alguien!
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En ese día, destrozamos el mundo contigo,
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¡Gritando de dolor, al borde del abismo! |
¡Lo siento!
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Pero sólo el viento escuchaba con tristeza,
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Sabiendo que aquí no se pueden construir puentes...
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Ese día, ¡dividimos el mundo por la mitad!
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¡Al infierno! |
¡Habiendo dejado el control en la cabeza de los sueños!
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Y la lluvia tristemente tiró tus lágrimas de tu rostro,
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Sollozando con gotas transparentes de hojalata...
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Ese día, diciembre se despidió de noviembre,
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Y el viento le cantó a la lluvia sobre el del borde...
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Y aunque los ciegos no creen en las lágrimas de los demás,
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La lluvia los vio y creyó ciegamente en ellos.
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Caminaba solo, cojeando de su pierna izquierda,
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Tan cerca de Dios que podía tocar,
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Pero ese día todos estaban ocupados en otra cosa,
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Y entre los lomos grises caminaba solo... |