| Todavía estoy luchando con lo que viene después. |
| Sí, soy todo palabrería cuando digo que lo haré
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| empiezo a beber menos, y esa vez dije que estaría mejor,
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| no cuenta para nada cuando la acción ya ha dicho suficiente.
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| El amor perdía su sabor en una lengua quemada, como las quemaduras de bourbon en los poemas dentro de
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| pulmones vírgenes.
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| Y los míos, estaban gritando por sangre, pero nadie escuchaba.
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| Pero mientras ese calor mantenía nuestros corazones en su agonía, con agua sucia y cenizas en
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| nuestros huesos, para sembrar nuestra esperanza y ver crecer nuestro Verano del Sureste,
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| una rosa marchita.
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| Y a tu destello de luces de la Costa Oeste, a ese fantasma azul del Pacífico en tu
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| ojos, al choque de la rubia y el pasado, susurré «no vuelvas».
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| No es suficiente dejarlo así, decir que lo sientes o alejarte,
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| intentas enterrar tu despecho bajo el suelo árido pero no puedes matar las raíces
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| cuando ya se han apoderado.
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| Y a tu destello de luces de la costa oeste, a ese fantasma azul del Pacífico en tu
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| ojos, al choque de la rubia y el pasado, susurré «no vuelvas».
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| Y a tus vuelos de regreso al este, los retiros del Valle de Ohio, a la colisión en Blonde
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| en el pasado, no te acuerdes, no vuelvas.
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| Y si el tiempo no cura, entonces no sé qué lo hará. |
| La vida es demasiado larga para esperar
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| y dile, Kentucky directamente sobre una herida que nunca sanará.
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| Y a tu destello de luces de la costa oeste, a ese fantasma azul del Pacífico en tu
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| ojos, a la colisión con la rubia en el pasado.
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| No te acuerdes, no vuelvas. |