| Oh, no vendrás conmigo, amor
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| ¡Ven conmigo!
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| Ven por una noche y se mi esposa
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| Y ven conmigo
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| Bueno, es del alegre carnicero, como puedes ver claramente.
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| Mientras vagaba una mañana en busca de compañía
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| Entró en una taberna y vio a una chica hermosa
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| Ah, ven por una noche, sé mi esposa, oh, ven conmigo
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| Pidió licor de lo mejor
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| Y él hace tal juego de fortuna
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| Ven a tomar algo, nos hará pensar
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| Que es el día de nuestra boda
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| Bueno, pidió una vela para iluminar su camino a la cama.
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| Y cuando la tuvo en la habitación estas palabras le dijo:
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| «Un soberano te daré, para abrazar tus encantos
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| Y toda esa noche, esa hermosa joven doncella, yació en los brazos de los carniceros
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| Oh, temprano a la mañana siguiente, asegúrese de que siguió su camino
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| Miró a la hermosa joven y le dijo:
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| «Ese soberano que te di, no me creas extraño,
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| ¡Pues ese soberano que te di me lo devolverás a cambio!»
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| Bueno, aproximadamente 12 meses después, salió una vez más.
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| Y entró en la taberna donde había estado a menudo antes
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| No estuvo allí mucho tiempo cuando vio a su bella doncella.
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| Y ella dio a luz un niño de tres meses y lo puso sobre sus rodillas
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| Cuando vio al bebé, comenzó a maldecir y jurar
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| Y le dijo a aquella hermosa joven: «¡¿Por qué lo trajiste aquí?!»
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| «Bueno, él es suyo, amable señor», dijo ella, «No me crea extraño,
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| ¡¡Pues ese soberano que me diste, te devuelvo el cambio!!» |