| El agua del baño se derrama por el borde,
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| El ángel de turno susurra en voz baja: “Elige,
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| Puedes intentar levantarte o quedarte dormido en el callejón de las pinturas negras.
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| Tu madre no quiere conocerte, puede que no creas
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| Pero tu amigo, tu amigo blanco te llevó por la puerta equivocada,
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| Pero ahora imaginas todo el camino, y que estás solo en el camino.
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| Y no crees en tus piernas, pero ellas te cargan,
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| Como alas de ángel, al camino, donde, aferrándose a la razón,
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| Encontraste un llavero, y dos millas a la izquierda hay llaves grandes.
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| Y, una vez en el coche, estabas conduciendo hacia la luz,
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| Y cada poste de telégrafo te arrastró a una zanja,
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| Pero tus manos, las alas de un ángel, te llevaron, solo guarda silencio.
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| Y estos dos de blanco ya estaban afilando sus cuchillos,
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| Cuando gritaste con todo tu cuerpo "Elijo la vida,
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| Con su reflujo de amigos y dinero, con dolor y negro anhelo.
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| El ángel de turno salió con un zapador y miró a lo lejos,
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| Y de repente todos los flancos fueron ocupados por el olor a tierra recién cavada,
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| Y tu corazón fue palpado durante mucho tiempo y sacado con una mano fría.
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| Has caído en un abismo, en uno vacío, ¡piérdete!
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| Con extrema timidez te enderezaste en la vida,
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| Y allí el sol salpicó en un vaso de agua purísima.
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| Y dos con máscaras turquesa asomaron "Hola"
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| Y en los colores más brillantes el mundo estalló en esta luz,
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| Que se tuerza, pero sigue siendo una estrella de la suerte tuya. |