| Corriendo por el puente antes de la llamada de la sirena
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| Esta mañana está corriendo su sombra, a lo largo de la pared de la fábrica
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| Luego a través de la puerta, donde esperará en la fila
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| Para cruzar el patio, para marcar su tarjeta a tiempo
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| Y debajo de su bufanda, su cabello en rizos
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| El día comienza para la chica de la fábrica.
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| Por un momento, las chicas intentan hablar, pero sus voces pronto se ahogan en el estruendo.
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| Y sus ojos miran sus manos hacer el trabajo, y comienza el ritmo de un nuevo día
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| Sin cambios hoy, como ayer, igual
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| Pero es la cena pronto, luego la tarde, luego a casa
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| Y corriendo a casa en la luz que se desvanece
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| La chica de la fábrica sale esta noche.
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| Su mamá dice: «No tardes, te tienes que volver a levantar antes de las ocho»
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| «Oh, sí», suspira, pero hay alegría en sus ojos.
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| Mientras corre por el camino a través de la puerta
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| Y en las calles lluviosas esperando que su noche dure
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| No hay palmeras susurrantes en la playa, para ella
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| Solo el susurro de los autos que pasan
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| Pero ella cree que nadie podría sentir lo mismo
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| Tocando y susurrando bajo la lluvia
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| Pero la lluvia le quita sus hermosos rizos
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| La noche se acaba pronto para la chica de la fábrica
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| Y corriendo a través de ese puente antes de la llamada de la sirena
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| Esta mañana ella está saltando los charcos, a lo largo de la pared de la fábrica.
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| Un estornino canta y agita sus alas, ella sonríe
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| Luego, en la puerta, duda, por un momento
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| Luego, desde el interior de las puertas, las sirenas rugen
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| Y al otro lado del patio corre la chica de la fábrica |