| Salí del patio y luego volví a entrar.
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| Me bebí la ginebra de tu bañera—
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| Y aunque viví, me dejó débil
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| Pero me levanto de nuevo para hablar...
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| Porque me golpeó fuerte, la mandolina
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| Que lloró justo ahí dentro de tu puerta—
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| Y aunque me dejó alto y seco
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| Sé que demasiado pronto pediré más
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| Oh, he vuelto para suplicar y bailar
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| Para perdonarnos a los dos por adelantado
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| Sal y azúcar, dientes y uñas.
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| machihembrado, y todo a la venta;
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| Pensamientos y oraciones, palabras y hechos.
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| Magullado y roto, derramando semillas—
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| Alquitrán y plumas, relojes y cucharas
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| Zapatos que caen y señales intermitentes;
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| Ajustes y arranques, y corazones y lunas
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| Que se desvanecen llueva o truene
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| Oh, he vuelto para suplicar y bailar
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| Para perdonarnos a los dos por adelantado
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| Todos venimos a este mundo
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| Asustado y desnudo, azul y rizado—
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| Todos traemos el cuchillo que necesitamos
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| Para saciar nuestras bocas y no conceder
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| El amor que se erige como un puente en movimiento
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| Donde la sangre se mueve bajo la piel y el hueso—
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| Para sentir un zumbido y cobrar vida
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| En cuerpos que no son los nuestros
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| Oh, he vuelto para suplicar y bailar
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| Para perdonarnos a los dos por adelantado |