| Culpo al silencio dorado en su esplendor | 
| Porque conserva por duda el poco honor | 
| Que estos hunos, héroes lamentables, permanezcan | 
| Afirmando ser los grandes maestros de la manada | 
| Culpo al ruido por querer correr siempre | 
| Implacablemente en la peligrosa dirección del viento | 
| Entonces alimentando la fealdad de los rumores | 
| Encendiendo los sentimientos más repugnantes | 
| Culpo a los buenos por no elegir un bando | 
| Ser incluso demasiado a menudo el apóstol del mal. | 
| Uno se pregunta si no son amantes | 
| Jugando en un gran laberinto | 
| Acuso a la moralidad de ser un vil búho | 
| A las reliquias nostálgicas de un pasado orgulloso | 
| Siempre listo para desterrar descaradamente a la bestia | 
| Lo que es, lo que será y lo que siempre ha sido | 
| Yo culpo a todo lo que nos puede... | 
| Alienar, alienar, alienar... | 
| También culpo a la indulgencia mediática | 
| Para cambiar la caridad a la catódica | 
| Cuando llegue la temporada de dejarlo fuera | 
| Llevamos al público a los cielos para la ocasión | 
| Acuso a la sociedad de ser una niña de alegría | 
| Lejos de mí querer ofender a sus damas | 
| Pero también responde a la misma ley. | 
| Desgraciado el que no tiene sésamo | 
| Yo culpo a todo lo que nos puede... | 
| Alienar, alienar, alienar... | 
| Yo acuso a las razas de no existir | 
| Excepto en las mentes torturadas de algunos | 
| Quienes para expiar su ilustre mediocridad | 
| Juzgar descaradamente a su prójimo inferior | 
| Acuso la injerencia que aboga por el orden | 
| Y siembra la violenta semilla del caos | 
| Para parecer una horda común | 
| Impulsado por un diseño oscuro de cuervos | 
| Acuso a Dios de haber tomado residencia | 
| En las mentes atormentadas de algunos débiles | 
| A las malas aspiraciones asesinas | 
| Predicando la muerte como la luz suprema | 
| Acuso a la muerte de ser lo último | 
| Es solo el fruto de una extensa especulación. | 
| Donde crecen los peores engaños | 
| Impulsando la hegemonía de las supersticiones |